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Domingo 13 de Setiembre de 2015
En una tarde lluviosa de agosto en el aeropuerto de Pudong (China) mientras estaba sentada en el avión que me llevaría de regreso a los Estados Unidos, recibimos un mensaje del piloto diciendo que la pista de despegue estaba ocupada con otros aviones en espera de aprobación para salir. Como tenía un vuelo de conexión en Corea del Sur, estaba preocupada de llegar a tiempo.
Después de esperar un par de horas en el avión, nos dieron permiso para despegar. Nuestro vuelo de dos horas tuvo un poco de turbulencia, pero nada serio. Cuando llegamos al aeropuerto de Incheon, se nos informó que el tifón Kompasu (huracán) estaba en su camino a Corea del Sur y todos los vuelos habían sido cancelados. A los pasajeros se nos dio poco de tiempo para sacar las pertenencias esenciales del equipaje principal para que podamos llevarlas con nosotros.
Me llevaron a un pequeño hotel situado a 15 minutos del aeropuerto. En el camino, pude observar cómo los fuertes vientos y las fuertes lluvias sacudían la minivan, en ese momento me di cuenta de la gravedad de la situación. A pesar de que tenía temor sobre lo que estaba ocurriendo, estaba muy emocionada de estar en Incheon (Corea del Sur) y tener la oportunidad de conocer una ciudad nueva al día siguiente.
Una vez instalada en el hotel, aún podía oír la lluvia y el fuerte viento... y como no tenía idea dónde me encontraba me fuí a dormir.
Al día siguiente, desperté con la luz de una mañana fresca y tranquila, tomé la decisión de prepararme rápidamente para dar una caminata alrededor de Incheon. Después de establecer la ubicación del hotel en mi "GPS mental" salí del hotel para dar un paseo. Aunque la mañana estaba fría y el cielo estaba totalmente cubierto por nubes, era una mañana agradable. Eran como las 8:30 am y todos los negocios estaban cerrados, había muy poca gente en las calles...y a los pocos pasos me di cuenta de que estaba en una zona comercial, ya que había muchos letreros a lo largo de la calle que no podía entender porque estaban escritos en coreano.
Las calles estaban aún mojadas por la lluvia y desde el punto de vista urbano, la ciudad se veía muy bonita y bien organizada. Las veredas estaban hechas con adoquines de ladrillo, habían señales de tráfico muy bien marcadas y ubicadas, durante todo mi recorrido pude observar que cada manzana contaba con equipamiento urbano: bancas, botes de basura, racks para bicicletas, máquinas para hacer ejercicios, árboles de mucha variedad, iluminación y semáforos y diversos tipos de infraestructura.
Durante mi paseo, observé una interesante transición entre el entorno construido y la naturaleza. El entorno construido denotaba una densidad media, con edificios de entre cinco a doce pisos, con infraestructura tales como iglesias, bibliotecas, mientras que el entorno natural con una baja densidad con casas de tres pisos y rodeadas de árboles y huertos.
La gran tormenta dejó muchos árboles destrozados, partidos en dos o con sus raíces hacia afuera. Había muchos equipos de jardineros trabajando removiendo los árboles caídos, cortando las ramas y troncos con el fin de limpiar los jardines y caminos. Después de pasar por la zona de baja densidad, noté que había una barrera verde de plantas que separaba la zona de baja densidad de una carretera y después de ésta, se encontraba el mar. Crucé la carretera a través de un puente peatonal y logré llegar al mar. Desde el puente pude ver el mar y hacia el horizonte pude ver algunas islas las cuales se veían estar muy cerca de donde yo estaba.
A través de esta corta caminata, pude percibir el grado de desarrollo de Corea del Sur. Luego, más tarde cuando llegué al aeropuerto, pude comprobar lo desarrollado que es Corea del Sur en arquitectura, estructura, tecnología y construcción al observar el moderno diseño de su aeropuerto, primero visto desde afuera y luego desde su interior. Sin lugar a dudas, ese inesperado viaje fue una enriquecedora e interesante lección de aprendizaje en cuanto a Urbanismo y Planificación se trata.